Ceniza

La novela más rara que me he leído en lo que llevo de vida es “De la Ceniza Volverás”, de Ray Bradbury.

A parte de su extravagancia, no tengo recuerdos demasiado exactos de su contenido.

Manchas inconexas.

No es que se me haya olvidado con el tiempo, no hace tanto que la leí. Es sólo que nunca se gravaran en mi memoria otra cosa que imágenes sueltas: arañas susurrando en oídos, tíos voladores y ataúdes, y algo sobre el interior de los abuelos, tal vez.

Como no la recuerdo, siempre he tenido la sensación de que debería volvérmela a leer, pero me da miedo, porque me gustó, pero es probable que no me guste si repito. No es una novela estructurada, es... son manchas.

Me la compré, con mi propio dinero y porque me apetecía, porque decidí que la quería sin tener que pedírsela a nadie. Fue después de haberme apropiado por casualidad de un volumen titulado “Cuentos Espaciales”, del mismo autor. Y poco antes de que en el instituto nos mandaran leer “Fahrenheit 451”, la novela de instituto que más disfruté sin lugar a dudas. Creo que fue para Ética en 4º de ESO.

Pero son los “Cuentos Espaciales” los que necesito para vivir, los que recuerdo con más cariño, los que me miran todas las noches con ojos dorados desde la estantería de mi habitación.

Me cautivaron, completamente, con sus anacronismos, crisálidas, sótanos y taladros.

Me cautivó la portada de Enric Satué, me cautivó el título original “S is for Space” y me cautivó del todo el prólogo, del mismo Bradbury. Es un volumen al que le tengo un cariño incalculable y del que no me puedo separar.

Hay algunos otros: “El Mundo de Sofía”, “El Elfo Oscuro”, “Wicked”, “The Thirteenth Tale”, “Relatos Cómicos” (de Edgar)... pero las doce capsulitas de Bradbury son especiales incluso entre todos ellos, y no sé por qué.

Una razón más para cautivarme.